Victorino Rivera Merayo

Desde Bembibre…

Hablar de la radio en el Bierzo, en la década de los 50, 60, 70 y 80 del siglo XX, es hablar de Radio Juventud de Ponferrada, que comenzó emitiendo en el 1107 de Onda Media y posteriormente simultaneaba con el 95.6 de la Frecuencia Modulada, y que en 1978 pasaría a denominarse Radiocadena Española. Hablar de la radio, a partir de 1964, en Bembibre y en todo el Alto Bierzo, es hablar de Victorino Rivera Merayo. La coletilla con la que ponía el colofón a sus crónicas radiofónicas era su seña de identidad, como relator de la actualidad de la villa del Boeza. “Desde Bembibre les informó, como siempre, Rivera Merayo”. Un “como siempre” que evidenciaba la intencionalidad del cronista por perpetuarse en aquel puesto de informador al que le costó llegar y al que tanto quiso; al que dedicó su vida y del que, merecidamente, logró reconocimiento. Justo prestigio, conseguido a fuerza de trabajar con voluntad y empeño, porque Victorino no era alguien que se amilanara ante la adversidad. Cuando tenía 20 años se produjo la rebelión del dictador Franco contra el gobierno de la II República, él era un joven militar de la Armada, destinado en el Arsenal del Ferrol (A Coruña). Fue hecho prisionero, encarcelado y juzgado en un Consejo de Guerra, en aquel Ferrol (patria chica del dictador), por adhesión a la rebelión militar, con resultado de sentencia a cadena perpetua. La pena impuesta sería, posteriormente, conmutada por años de prisión. A pesar de ello, Rivera Merayo, nunca abandonó sus convicciones morales y políticas, ni cuando, una vez puesto en libertad, fue relegado al ostracismo y la marginación, incluso al regresar a su querido Bembibre. No lo tuvo fácil Victorino, fueron años en los que el estigma político pesaba sobre su pasado como brutal losa. Así y todo no se amilanó y luchó por procurarse un empleo y una posición acorde con sus dotes y capacidades, como persona inteligente y preparada que era. Y, finalizando los años 40, tomó la regencia del bar Avenida, en el barrio de la Estación de Bembibre, que compaginaba con el trabajo de agente comercial de varias firmas y sociedades. En aquel bar Avenida habría de fraguarse la revitalización del equipo local de fútbol: la Gimnástica Bembibrense y adoptar el nombre que hoy conserva: el Atlético Bembibre. Años después, y a través de sus crónicas en la radio, habría de seguir las evoluciones del equipo que vio renacer en su establecimiento. Y así habría de narrarlo, casi hasta su muerte, con su consabido “desde Bembibre les informó, como siempre, Rivera Merayo”.

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