José Antonio Otero

Conseguidor de sueños

“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero”. Así contaba el maestro Machado su trayectoria vital en este poema basado en el yo del poeta, hablándonos de sus recuerdos de niñez y juventud. Si José Antonio Otero Álvarez tuviera que contarnos sus remembranzas, debería, igual que Machado, comenzar por recordar su infancia en su lugar natal, Cabanillas de San Justo. Recordaría sus juegos, el rigor de los inviernos, los paseos y correrías por las calles y callejas. Sus padres, sus hermanos, sus amigos. La escuela. Las veces que bebió el agua helada de la fuente de La Muela. Del rebusco de castañas en el alto del Vayeyo. De los paseos interminables, en las jornadas de buen tiempo, en el monte de Abajo, o en los Castros o en la Peña La Silva. Así, recordando su Cabanillas, habría de comenzar José Antonio su relato, para terminar su historia en nuestros días, en los que se ha convertido en un empresario de reconocido prestigio, capaz de catapultar su empresa, Embutidos Santa Cruz de Montes, a los primeros puestos de productividad y rentabilidad del Bierzo, llegando con sus productos y su afán a Madrid, Barcelona, Hospitalet, A Coruña y Canarias. Todo un triunfo en estos tiempos de zozobra e incertidumbre económica, resultado del trabajo, la perseverancia y el deseo inquebrantable de triunfar, que son los ingredientes necesarios e imprescindibles para alcanzar el éxito. Y esta es la receta que utilizan los grandes hombres y mujeres que no se conforman con, lo que hace la mayoría de las personas, seguir a la manada. José Antonio hubo de irse muy joven a ganarse la vida a la capital de España. Fueron años duros, de mucho trabajo y escaso beneficio, de privaciones y carencias. Nadie le regaló nada, todo lo consiguió con su esfuerzo y empeño. Después vendría el regreso a El Bierzo y comenzó en Bembibre, abriendo un mesón, al que seguiría un pub, más tarde una confitería y finalmente Embutidos Santa Cruz de Montes. Por el camino, acompañando y conformando su vida, su mujer, dos hijos y tres nietos. Toda una existencia labrada a fuerza de trabajo y tesón. Una lucha sin tregua para materializar sus sueños. Eso es lo que diferencia a personas como José Antonio de la multitud: que tuvo el valor de comenzar, y una vez en marcha, no se rindió ante nada. Lo que hoy sueña José Antonio Otero tal vez no tenga nada que ver con lo que soñaba aquel niño en Cabanillas de San Justo. O tal vez sí.

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